viernes, 22 de noviembre de 2013

La mimesis (artes imitativas) en Platón y Aristóteles


El concepto de mimesis está estrechamente ligado a los planteamientos de cada pensador acerca de la naturaleza del ser. De ahí derivan sus principales diferencias. ¿En qué consiste la naturaleza  del ser? 
¿Cuál es el principio de donde proceden todas las cosas cuando empiezan a existir y a dónde se dirigen cuando se disuelven?

En ambos filósofos, se puede constatar una gran diferencia respecto a la explicación que dan al problema ontológico.

La ontología platónica nos presenta la “idea” como el elemento constitutivo de la realidad, de la cual los objetos físicos no son más que reflejos imperfectos. Dice Platón:

- ¿Y qué decir entonces del fabricante de camas? ¿No acabas de decir, tal como habíamos convenido, que éste no crea la idea de la cama existente en sí misma, sino que produce una cama determinada?... – En consecuencia, si el artesano no produce lo que existe por sí mismo, no puede crear nada real, sino tan sólo algo que se le parece, sin llegar a ser real[2]

La respuesta de Platón se sitúa en el plano metafísico, ya que considera las ideas – que él llama realidades suprasensibles - no como unidades mentales, sino como realidades que existen y se fundamentan en el mundo incorpóreo, impalpable e invisible. Aún así, pueden ser captadas a través de la inteligencia.

Por el contrario, para Aristóteles lo verdadero es el “ente singular”; es decir, que concibe el ser como un compuesto de materia y forma, a lo que llamó “sustancia”. Aplicado al hombre, estos elementos serían respectivamente, el cuerpo y el alma. Expresa:

Decimos que un cierto tipo de entre los seres es la sustancia. Y ésta, en un primer sentido, la materia, lo que por sí no es una cosa determinada; en un segundo sentido, es la forma, según la cual la materia es llamada un ser determinado; y un tercer sentido, es lo que está compuesto de materia y forma…Pero lo que principalmente parecen sustancias, son los cuerpos, y entre ellos los cuerpos naturales, pues estos últimos son principios de los otros. Entre los cuerpos naturales, unos tienen vida y los otros no…. [3]

Con esta teoría (conocida como Hilemórfica), intenta superar el idealismo platónico, ya que se esfuerza por descubrir el ser real de las cosas en las cosas mismas. 
                       
¿Cuál es la dirección o el objetivo primario de cada filósofo? ¿A que se encaminan con la totalidad de sus obras?

Platón actuaba y pensaba con la finalidad de contribuir con la recuperación social de la ciudad, gracias a la reforma moral de sus ciudadanos. Entonces, parte de una finalidad antropológica-social; ya que en su concepción política, el individuo por sí solo no puede realizar el bien y necesita una organización social que sea capaz de asegurar la paz y la justicia, posible sólo por la armonía entre sus miembros; esta organización es el Estado. Ahora bien, entre las partes que componen un Estado, la tarea de reforma moral recae en la educación: cuyo conjunto y combinación de saberes debía modelar de la subjetividad, y disponer al hombre para la vida pública e institucional. Luego veremos que este principio de acción política explicará el rechazo de Platón a las artes miméticas, por considerarlas peligrosas para la enseñanza moral.

Para Platón la ética consiste en la búsqueda del Bien y es una obligación moral el procurarla, lo cual queda patente en el mito de la caverna. En consecuencia, la actividad filosófica, para él,  no es contemplativa sino que aspira a transformarse en principios de acción política. Con este pensamiento, Platón pretende reivindicar la función social del filósofo y su utilidad para el Estado, en contraposición con la actividad poética y la poesía misma que, según él, es “cosa de juegos”, inútil para la instrucción. 

La visión de Aristóteles coincide, en términos generales con la platónica, en lo que respecta a la supeditación del individuo al Estado, la Ley del todo se impone a la Ley de las partes.  Pero, la teoría ética aristotélica toma como punto de partida la siguiente afirmación: El fin último del hombre y en general de todas las cosas, es la felicidad, la cual no se busca sino que sobreviene al cumplir cada uno su función propia. Todo ser tiene tendencia y agrado por realizar aquella actividad que le es propia y natural. Lo cito textualmente:

Réstanos ahora hablar en general de la felicidad, ya que la hemos hecho fin de los actos humanos. Hemos dicho que la felicidad no es una disposición….Debemos pues poner la felicidad en una actividad….Es evidente que la felicidad debe colocarse entre las actividades deseables por sí mismas y no por otra cosa, ya que no carece de nada sino que se basta a sí misma. Son deseables por sí mismas las actividades que no piden nada fuera de su mismo ejercicio. Tales parecen ser las acciones virtuosas, ya que obrar honesta y virtuosamente es de las cosas deseables por sí mismas.[7]

Conforme a este pensamiento, Aristóteles reconoce el valor que tiene las artes miméticas para la moral ciudadana, especialmente la tragedia, cuya meta principal es conseguir la catarsis[8], expurgación, alejándose del interés platónico por las implicaciones pedagógicas de ésta. Ya que dicha catarsis no consiste en un mero placer estético, sino que su contemplación cumple una función constructiva-instructiva en el espectador.

Para Platón sólo los científicos y filósofos pueden llegar al conocimiento de la realidad, de las ideas, e incluso al conocimiento supremo: el Bien. Esto se debe a que éstos contemplan y participan de las ideas o formas trascendentales. En cambio los artistas y poetas, además de no relacionarse con ellas, no pueden contemplarlas ya que son dominados pasivamente por deidades inferiores respecto a las ideas pero superiores en relación al sujeto. Dice este pensador en el diálogo ION o de la poesía: 

“Un poeta está ligado a una musa, otro poeta a otra musa, y nosotros decimos a esto estar poseído, dominado, puesto que el poeta no es sui juris, sino que pertenece a las musas”

Con lo cual, dice Sergio Albano, pretende poner de manifiesto que la poesía va a carecer de mérito, ya que expresa verdades sin tener conciencia de lo que está diciendo, por ser presas de un furor divino. Es más categórico aún en La República: 

“¿Afirmamos entonces, que todos los poetas, empezando por Homero, son imitadores de fantasmas de la virtud o de aquellas otras cosas sobre las que versan sus composiciones, y que en cuanto a la verdad, no logran alcanzarla,…el creador de apariencias, el imitador, decimos, no entiende nada del ser, sino de lo aparente…”

Por lo antes dicho, se desprende que para Platón, las artes por sí mismas no valen, y deben estar supeditadas a la filosofía que es la vía por la cual se puede obtener la verdad, contribuyendo al bien y a la moral. De esta subordinación dependerá el acatamiento de las artes, en especial de la poesía, a las leyes y al Estado.

Muy contraria a esta, es la posición Aristóteles, quien retoma la idea de la poesía[9] y del poeta como ente consciente. Concuerdo con los críticos en que de esta manera, se aleja aún más del pensamiento platónico al concentrarse, en La Poética, en los aspectos formales de la literatura. Su interés por la causa final le lleva a considerar al arte como técnica, sin nada que ver con los raptos divinos irracionales. Y la técnica implica conocimiento.

Dado que nuestro asunto en este tratado es el arte poética, no sólo hemos de referirnos a la poética en sí misma sino también a sus variadas especies y a sus correspondientes características; también a la trama exigida para componer un bello poema; luego al número y naturaleza de sus elementos constitutivos como así también a los otros aspectos relacionados con la misma investigación.[10]

Por consiguiente, para él, el arte - la producción artística- es ante todo una obra en la que interviene el pensamiento, es producto de la razón. Ya que el poeta, al producir una obra, debe partir de la verdad, en términos de probabilidad y necesidad. Citándolo textualmente: “Y la verdad de la obra se hace visible a partir de la obra misma…La grandeza artística del poeta reside en abrir la verdad…en dirección al re-conocimiento. Hay re-conocimiento del lado del espectador por cuanto hubo conocimiento del lado del poeta.”

La mimesis
En La República, Platón expone que toda imitación (mimesis) se distancia de la verdadera realidad. Y lo dice así:
¿Podrás decirme lo que es en términos generales la imitación?... ¿Y no solíamos decir que los artesanos de cada uno de estos objetos de los cuales nos servimos, uno produce las camas y el otro las mesas…de acuerdo con la idea que tienen de ellas? Por lo tanto, no existe ningún artesano que fabrique la idea misma, a partir de su arte…si el artesano no produce lo que existe por sí mismo, no puede crear nada real, sino tan sólo algo que se le parece, sin llegar a ser real. [11]

De su lectura se desprende que más alejada aún de esta realidad se encuentran las artes imitativas, las producciones artísticas; pues, según el filósofo, son imitaciones de segundo nivel de aquellas imitaciones de la naturaleza que son al mismo tiempo representaciones del mundo ideal. Llama al poeta y a la poesía misma:

 …imitador de aquello en lo que los otros son artífices… ¿Llamas imitador al autor de la tercera especie, empezando a contar por la natural?...Eso mismo será el autor de tragedias, si admitimos que se trata de un arte imitativo….el arte imitativo está muy lejos de lo verdadero y, como es natural, puede hacerlo todo porque toma muy poco de cada cosa, solo una mera apariencia.[12] 

No obstante, en La República, también divide el arte mimético en dos vertientes. Dice: “¿No hay dos clases de narraciones, una verídicas y otras falsas?”. En las verídicas, ubica los relatos históricos, porque en este tipo de narración la imitación debe ser una copia perfecta, ajustada a los atributos del modelo que le correspondan y seguir un modelo de narración simple en tercera persona. En contraste con esta, en las narraciones falsas, ubica lo que él llama “el arte fantasmagórico o de apariencia, que se adhiere a las apariencias engañosas que no se corresponden con la realidad existente”. Este último tipo de narración, representa mayor peligro para Platón ya que puede ser manipulada intencionalmente por los medios “engañosos” empleados por los poetas y están dirigidas hacia la parte irracional del alma. Dice el pensador:

Asimismo diremos, creo yo, que el poeta no sabe sino imitar, pero valiéndose de nombres y locuciones, aplica unos ciertos colores tomados de cada una de las artes, de modo tal que otros semejantes a él, que juzgan fundándose en las palabras creen que se expresa muy acertadamente cuando habla, en metro, ritmo o armonía…¡Es tan grande el hechizo que por naturaleza ejercen estos asuntos!...establecen relación con aquella parte de nosotros que se aparta de la razón, y todo ello sin ningún fin sano ni verdadero.[13]

También descubro en su obra, el pensamiento platónico respecto a la belleza de la creación artística. Platón critica el error de enjuiciar la obra de arte, según el placer que causa y no por la verdad contenida en ella.

Y daremos también a sus defensores, a los protectores de la poesía y a todos aquellos que se muestran proclives a ella…el derecho de hablar en su favor… y sostener que no es sólo agradable, sino útil para los regímenes políticos y para la vida humana. Y los escucharemos con la mejor disposición, porque nos beneficiaríamos, en efecto, si se mostrase no sólo como agradable, sino también como algo provechoso.[14]

Aristóteles retoma el concepto de mimesis en sentido de imitación (representación) de la realidad, pero difiere en diversos grados de la mimesis platónica. En primer lugar restringe la mimesis a las producciones artísticas. Dice en La Poética: 

“La Epopeya y la poesía Trágica y de igual modo la Comedia, el Ditirambo y en gran medida el arte de tocar la lira y la flauta en muchas de sus formas, son en su concepción más general, modos de imitación.” 

En segundo lugar, de la lectura de La Poética se desprende que, para él, el artista ya no imita imitaciones, sino directamente la realidad. Su quehacer deja de ser imitación de segundo grado para convertirse en imitación de primer grado, en auténtica representación comprensiva de la realidad. Entonces cabe preguntarse ¿Qué realidad imita el poeta? Según Aristóteles: “Los objetos de la imitación son las acciones de los hombres y estos hombres pueden ser de carácter moral elevado o bajo.” Interpreto, pues, que es la vida humana la que constituye la realidad, la praxis, que el arte quiere imitar con sus medios.

Pero también, en esta obra, establece una jerarquización de las artes, en la que designa el primer puesto a la tragedia, por el fin moral que esta persigue:

La tragedia se presenta bajo la forma de una acción y no de una narrativa, y suscita en el espectador la pena, la compasión o el dolor, promoviendo así la purificación (Katkársis) que corresponde a estos estados emotivos…Si entonces la tragedia es superior…lo es en los modos de alcanzar sus fines ya que no es cualquier tipo de placer el que deben suscitar estas imitaciones sino el tipo de placer que ya he descrito…[15]

Además en su obra, establece la diferencia entre historia y poesía, confiriéndole e esta última un fin más elevado. Afirma: “La verdadera diferencia reside en que el historiador relata los hechos que han ocurrido mientras que el otro relata los hechos que podrían suceder. Por esta razón, la poesía es más filosófica y más elevada que la historia: la poesía tiende a expresar lo universal, mientras que la historia tiende a expresar lo particular.”

Respecto a la imitación de la acción, se deduce que consiste en la creación del “mito” (argumento), el cual no es reproducción servil de la realidad: “puesto que la tragedia no es imitación del carácter humano sino de una acción o de la vida misma y la vida consiste en una acción…” Ello implica que la obra literaria está depurada de lo individualizante y lo accidental. Aristóteles resalta su significación y validez universal.

Según Sergio Albano, la verdad de la poesía no es abierta, esta requiere un desciframiento, y es en ese desciframiento que reside la significación filosófica del arte. Apunta que mientras la verdad de la obra histórica se constata, le verdad de la obra poética se asiente y en ese asentir la verdad reside pues la credibilidad, es decir, la verosimilitud de la que habla Aristóteles.

En concreto, el término verosimilitud introducido por Aristóteles, en La Poética, es el principal requisito artístico que debe cumplir el poeta; pues recalca que su función es muy diferente de la del historiador: “…la función propia del poeta no es relatar sucesos que en verdad hayan ocurrido sino aquellos que podrían haber sucedido conforma a la ley de la probabilidad o de la necesidad…es precisamente a este universal hacia donde tiende la poesía…el poeta debe buscar siempre lo que resulte verosímil y necesario…”

En pocas palabras, la mimesis artística, para Platón, no es más que una  representación mediocre ya que se encuentra alejada dos veces de la verdad; también es inútil, porque no contribuye a alcanzar ningún bien y además es peligrosa para el Estado. Por todo lo cual termina desechándola de su República ideal. 

Al contrario, el significado de mimesis en el pensamiento aristotélico se entiende mayormente como una creación razonada mediante la reconstrucción de un mito o trama, la cual debe ser completa y conseguir su efecto gracias al arte del poeta. Es decir, que el objeto de toda mimesis artística en Aristóteles, es la reconstrucción de la realidad del ser en el mundo, especialmente en su significado dinámico y creativo, por lo que exige de toda obra la captación de lo universal y no de lo particular. Referente a su función, su finalidad primaria es conseguir la Catarsis, liberación, que tiene implicaciones educativas- morales para el hombre. Y en esto se diferencia de la visión platónica de la imitación como una copia vulgar e inútil de las formas perfectas.


Bibliografía consultada.

Aristóteles (2004) La Poética. Traducción de Sergio Albano. Buenos Aires, Argentina. Editorial Quadrata. 122 pp.

Aristóteles (1969) La Política. Traducción de Patricio de Azcárate. Madrid, España. 260 pp.

Chávez Calderón, Ezcudia Híjar (1994) Diccionario Filosófico. 1ª Ed. Editorial Limusa, México D.F, 230 pp.

Chávez Calderón, Pedro (1998) Historia de la doctrinas filosóficas. México D.F. Editorial Addison Wesley Longman. 320 pp.

Kart Spang. Mimesis, ficción y verosimilitud en la creación literaria. ENSAYO

Martínez Sánchez Alfredo (2006) Invención y realidad. La noción de mimesis creadora en Paúl Ricoeur. UNAM. Instituto de Investigaciones Filosóficas. ENSAYO

Martínez Echeverri, Leonor y Martínez Echeverri, Hugo (1997) Diccionario de filosofía ilustrado. 3ra ed. Editorial Panamericana, Santafé de Bogotá. 606 pp.

Platón (2007) La República. Traducción de Sergio Albano. Buenos Aires, Argentina. Editorial Gradifco. 478 pp.

Santillana. (1995) Filosofía 10. Bogotá, Colombia. 1ª Ed. Editorial Santillana, 223 pp.






1- Del griego ontología = ciencia del ser. La Ontología es el estudio de la ciencia del ser en cuanto ser, en toda su generalidad y abstracción, el fundamento de la realidad; aquello a que se llega a través del conocimiento. Esta idea nace con Parménides de Elea quien considera que el ser es el fundamento de todas las cosas, sin él nada puede existir. El creador del término fue Cristian Wolf en el siglo XVII; precisó su sentido y difundió su uso. El estudio del ser, sin embargo, se da a través de toda la historia de la Filosofía. (Diccionario de Filosofía. Martínez Echeverri, Leonor y Martínez Echeverri, Hugo)

[2] Platón. (2007: Libro X) La República, 1ª ed. Editorial Gradifco, Argentina. Traducido por Sergio Albano.

[3]  Aristóteles, Del alma, II, 1. Citado en Historia de las doctrinas filosóficas
[4] Teoría según la cual los cuerpos naturales están compuestos por materia (hyle) y forma (morphé): En el momento de haber una transformación tendría que haber algo en común entre la sustancia inicial y la transformada a lo que llamó “materia prima” (materia), es decir, aquello que no puede disolverse durante el proceso transformativo. De igual forma, esa transformación da como resultado una sustancia diferente, entonces tendría que haber algo que las distinga, a lo que llamó “forma sustancial” (forma) (Diccionario de Filosofía. Martínez Echeverri, Leonor y Martínez Echeverri, Hugo)

[5] Aristóteles. (1969: Libro III) La Política. 11 ed. Editorial Austral, España.
[6] (De ethos) Parte o rama de la Filosofía que trata de determinar el fin de la vida humana y los medios para alcanzar este fin. (Diccionario Filosófico. Ezcudia Híjar Chávez Calderón)
[7]  Aristóteles. Ética a Nicomano, 6 y 7. Citado en Historia de las doctrinas filosóficas
[8] Kathársis. En la antigua estética griega, caracterizaba la acción estética del arte sobre el hombre. Con respecto a la tragedia, Aristóteles asigna a la catarsis una finalidad estética y moral que consiste en la purificación interior por el temor y la compasión. (Diccionario de Filosofía. Martínez Echeverri, Leonor y Martínez Echeverri, Hugo)
[9] Del griego poíesis = producción, fabricación. Para Aristóteles la poíesis se caracteriza por ser una actividad que tiene un fin distinto de ella misma. Según él la vida contemplativa y teorética está regida por la poíesis.
[10]  Aristóteles. (2004: Sección I) La Poética. 1ª ed. Editorial Quadrata, Argentina.
[11] Platón. Op. Cit. Libro X
[12] Ibidem
[13] Ibidem
[14] Ibidem
[15] Aristóteles. Op. Cit.
[16] Filósofo francés (1913). Su pensamiento se sirve del método fenomenológico para lograr la afirmación y la reconciliación del hombre entero con su mundo. Siguiendo a Heidegger, y en especial a Gadamer, ha desarrollado en la segunda fase de su pensamiento una fuerte tendencia hacia la hermenéutica, explorando la condición ontológica de la comprensión. (Diccionario de Filosofía. Martínez Echeverri, Leonor y Martínez Echeverri, Hugo)
[17] Alfredo Martínez Sánchez (2006) Invención y realidad. La noción de mimesis como imitación creadora en Paúl Ricoeur. UNAM